Mamíferos. Primeras horas, primer contacto, lactancia materna

Cuando nace un niño, su padre lo lleva a la cima del monte más alto para mostrarle cómo es el mundo; su madre, en cambio, lo aprieta fuerte contra su pecho para demostrarle que el mundo es él. Proverbio hindú.

 

lactancia maternaLas primeras horas tras el parto son muy especiales. La madre abraza, besa y acaricia a su hijo, el bebé mira a la madre y el padre embobado, se siente el hombre más dichoso del planeta. Hay que alimentarlo y empiezan las sorpresas.

Lo importante en ese tiempo es el contacto piel con piel. Compartir el olor, escuchar el balsámico ritmo cardiaco tan amado por el pequeño, mirar ese rostro que no se cansará de mirar y un montón de actividades imprescindibles y necesarias difíciles de medir.

El desconcierto surge cuando insisto en que debe ponerse el bebé al pecho, lograr un buen agarre y que empiece a succionar. Entonces, sorprendidos y cándidos ambos padres insisten: ¡Si no tiene leche! ¡No sale nada!

Resulta curioso observar las reacciones de ellos cuando se nombra la palabra calostro. Una palabra que evoca escenas bucólicas de lindos corderitos y plácidas vaquitas recién paridas agarradas a las ubres de sus madres. En esos instantes aceptan la comparación evidente de que ante todo, somos mamíferos y nuestra conducta en estos momentos es similar al resto de otras especies.

Suelo decirles que ese líquido, amarillento, espeso, que brota de sus senos, es todo lo que su bebé necesita. Un primer antioxidante cargado de componentes casi mágicos con todo lo necesario y mucho más para la vida de su hijo. Unos mililitros dorados, el equivalente a esa canica que tiene un recién nacido como estómago.

Ellos se sienten confundidos, esperando que del pecho de la madre salgan chorros de abundante leche, tal y como recuerdan haber visto. A veces piden agua, manzanilla y suero glucosado como formas de paliar la “escasa” cantidad láctea. Esta especie de pre-leche es una sustancia que producen todos los mamíferos al nacer en sus primeros días. Lo habitual es la norma, no la excepción o las anomalías. Y lo corriente, lo asombrosamente normal es que la madre tenga leche y no al contario.

Confiad en vuestros cuerpos, en vuestra capacidad de amamantar, y dejad que el tiempo haga el resto. Recordad que la naturaleza es sabia. Pegaos a vuestro hijo, dadle tiempo, paciencia y seguro, segurísimo que se agarrará.

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