Lo más difícil es tomar la decisión de ser madre soltera, pero una vez tenemos claro que lo que queremos es ser madre, sea como sea, pasamos a una fase eufórica. Hemos dejado atrás la inseguridad, estamos contentas e incluso orgullosas de habernos decidido. Y es entonces cuando queremos compartirlo con nuestros familiares, nuestros amigos, las compañeras de trabajo. Pero, ¿es bueno contarlo?
Sí y no. Sí, porque es fundamental hablarlo con alguien, compartir nuestro proyecto de maternidad, sentirnos ilusionadas, pero ¡con cuidado!. Es bueno seleccionar dos o tres personas como mucho con las que compartirlo todo, incluso que sean aquellas quienes nos acompañen de vez en cuando durante el proceso, porque puede que sea corto, pero también puede que sea largo y difícil. Por supuesto, estas personas, las escogidas, deben estar de acuerdo con nuestro deseo de maternidad en solitario – lo que no deja de ser válido para el deseo de maternidad de una pareja que necesita recurrir a la reproducción asistida también – y, sobre todo, personas positivas.
No, no es bueno, sobre todo cuando te llama la amiga, la compañera de trabajo o la vecina para preguntarte y comunicarte que se ha quedado embarazada, o simplemente te habla del día a día de sus hijos. Y no se es mejor ni peor persona por no querer oír hablar a tus amigas de sus maternidades, ni por no querer asistir a las fiestas de los cumpleaños de sus hijos… Son sentimientos normales porque son sentimientos encontrados. Por eso, selecciona y escoge aquellas dos o tres personas que crees que te pueden acompañar en tu proyecto y espera a hacerlo “voz populi” cuando por fin lo hayas conseguido.
Recuerdo que en mi primera maternidad así lo hice y pude llevar todo el proceso, inclusive mi embarazo con absoluta tranquilidad. Sin embargo, cuando decidí ser madre de nuevo, por segunda vez, como fue todo tan rodado en la primera ocasión, cometí el error de contárselo a todo el mundo. Llegó un momento, cuando la adopción se complicaba y se complicaba, que no podía hablar ya de ello y cada vez que me preguntaba alguien por cómo iba el proceso o por cuándo por fin vendría la niña… lo llegué a pasar verdaderamente mal, no quería recordar constantemente las complicaciones de mi proceso y menos contemplar la opción de tener que renunciar a la adopción como algunos allegados, sin mala intención, me aconsejaban. Fue tal el agobio, que en un momento dado, decidí mentir y contar a todo el mundo que había cerrado mi proceso de adopción, excepto a una buena amiga, que me escuchaba y con la que me desahogaba porque ella también era madre sola de dos hijas adoptadas. Desde ese momento volví a sentir calma, retomé mi proceso con tranquilidad y pude volver a pensar de forma relajada y seguir con ello. ¡Ya sabes!, cualquier proceso importante en tu vida, es mejor compartirlo con un núcleo pequeño de allegados. Fíjate que siempre se ha dicho eso de si estás pendiente de algo importante, “no lo cuentes, que no se cumple”. No tiene nada que ver contarlo con que se cumpla o no, pero sí con que uno tire o no la toalla por influencias ajenas.
Lo más difícil es tomar la decisión de ser madre soltera, pero una vez tenemos claro que lo que queremos es ser madre, sea como sea, pasamos a una fase eufórica. Hemos dejado atrás la inseguridad, estamos contentas e incluso orgullosas de habernos decidido. Y es entonces cuando queremos compartirlo con nuestros familiares, nuestros amigos, las compañeras de trabajo. Pero, ¿es bueno contarlo?
Sí y no. Sí, porque es fundamental hablarlo con alguien, compartir nuestro proyecto de maternidad, sentirnos ilusionadas, pero ¡con cuidado!. Es bueno seleccionar dos o tres personas como mucho con las que compartirlo todo, incluso que sean aquellas quienes nos acompañen de vez en cuando durante el proceso, porque puede que sea corto, pero también puede que sea largo y difícil. Por supuesto, estas personas, las escogidas, deben estar de acuerdo con nuestro deseo de maternidad en solitario – lo que no deja de ser válido para el deseo de maternidad de una pareja que necesita recurrir a la reproducción asistida también – y, sobre todo, personas positivas.
No, no es bueno, sobre todo cuando te llama la amiga, la compañera de trabajo o la vecina para preguntarte y comunicarte que se ha quedado embarazada, o simplemente te habla del día a día de sus hijos. Y no se es mejor ni peor persona por no querer oír hablar a tus amigas de sus maternidades, ni por no querer asistir a las fiestas de los cumpleaños de sus hijos… Son sentimientos normales porque son sentimientos encontrados. Por eso, selecciona y escoge aquellas dos o tres personas que crees que te pueden acompañar en tu proyecto y espera a hacerlo “voz populi” cuando por fin lo hayas conseguido.
Recuerdo que en mi primera maternidad así lo hice y pude llevar todo el proceso, inclusive mi embarazo con absoluta tranquilidad. Sin embargo, cuando decidí ser madre de nuevo, por segunda vez, como fue todo tan rodado en la primera ocasión, cometí el error de contárselo a todo el mundo. Llegó un momento, cuando la adopción se complicaba y se complicaba, que no podía hablar ya de ello y cada vez que me preguntaba alguien por cómo iba el proceso o por cuándo por fin vendría la niña… lo llegué a pasar verdaderamente mal, no quería recordar constantemente las complicaciones de mi proceso y menos contemplar la opción de tener que renunciar a la adopción como algunos allegados, sin mala intención, me aconsejaban. Fue tal el agobio, que en un momento dado, decidí mentir y contar a todo el mundo que había cerrado mi proceso de adopción, excepto a una buena amiga, que me escuchaba y con la que me desahogaba porque ella también era madre sola de dos hijas adoptadas. Desde ese momento volví a sentir calma, retomé mi proceso con tranquilidad y pude volver a pensar de forma relajada y seguir con ello. ¡Ya sabes!, cualquier proceso importante en tu vida, es mejor compartirlo con un núcleo pequeño de allegados. Fíjate que siempre se ha dicho eso de si estás pendiente de algo importante, “no lo cuentes, que no se cumple”. No tiene nada que ver contarlo con que se cumpla o no, pero sí con que uno tire o no la toalla por influencias ajenas.
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