Posiblemente sepas, y por si acaso yo te lo confirmo, que casi todas (si no todas) las decisiones que tomamos están condicionadas o precedidas por una emoción. ¡Así de importantes son! Y si quieres enfrentarte a ese lobo, a ti misma te viene encima, fíjate si es imprescindible que les prestes atención.
En el mundo de los negocios, por lo tanto, se identifican y corrigen algunas conductas relacionadas con unas emociones determinadas para que los jefes sean “mejores jefes” y los empleados estén más motivados etc. Hasta ahí, todos contentos.
¿Por qué te debes aplicar tú el cuento de que “solamente” eres una mujer cumpliendo con su cometido procreador?. Pues, mínimo, por lo siguiente:
Estas son solamente unas pistas detrás de un único mensaje, que no es más que el de que te cuides no solamente por fuera, sino por dentro, que las cicatrices que no se ven tienen peores consecuencias que unas cuantas estrías. Que si no echarte crema puede dañar tu autoestima, no echarte cuentas lo hará mucho más.
Para empezar y partiendo de una base muy sencilla te invito a que cuando algo se te vaya de las manos, ya sea porque pierdes los nervios, porque rompes a llorar desconsoladamente o porque algo te pone de muy mal humor, en el momento que te des cuenta, pares un segundo, no sigas “alimentando al bicho”, no te tortures durante horas. Para y analiza la situación, ¿de verdad es para ponerse así? La respuesta puede ser sí o no, no importa. Si es que sí, sigue preguntándote, ¿la podría haber evitado?, y lo mismo, no juzgues la respuesta. Poco a poco hasta que llegues a alguna conclusión y a un estado diferente. A veces sucede que te acabas riendo y quitándole importancia; otras, dándote cuenta de que esto mismo en un día diferente no hubiera sucedido, y entonces ya sabes que es una reacción fruto del momento y que no te hace una pareja o madre horrible, por ejemplo.
Todo esto te ayudará a ir manejando poco a poco situaciones, ya que si de un momento haces varias horas, tendrá el efecto grano que se convierte en montaña de arena, o no te ha pasado nunca que te enfadas mucho por una cosa bastante insignificante y cuando ya te has dado cuenta de que “la has liao parda” no sabes siquiera cómo recular, jaja. Pues eso, truquito al canto para prevenir.
Ya sabes, empieza por esto: identificar y relativizar. Eh, no digo que sea fácil, que soy mujer, embarazada, y compleja como tú, pero sí te prometo que si lo aplicas a tu día a día, convertirás días de tormenta en lluvias torrenciales que pueden acabar en arcoiris.
Posiblemente sepas, y por si acaso yo te lo confirmo, que casi todas (si no todas) las decisiones que tomamos están condicionadas o precedidas por una emoción. ¡Así de importantes son! Y si quieres enfrentarte a ese lobo, a ti misma te viene encima, fíjate si es imprescindible que les prestes atención.
En el mundo de los negocios, por lo tanto, se identifican y corrigen algunas conductas relacionadas con unas emociones determinadas para que los jefes sean “mejores jefes” y los empleados estén más motivados etc. Hasta ahí, todos contentos.
¿Por qué te debes aplicar tú el cuento de que “solamente” eres una mujer cumpliendo con su cometido procreador?. Pues, mínimo, por lo siguiente:
Estas son solamente unas pistas detrás de un único mensaje, que no es más que el de que te cuides no solamente por fuera, sino por dentro, que las cicatrices que no se ven tienen peores consecuencias que unas cuantas estrías. Que si no echarte crema puede dañar tu autoestima, no echarte cuentas lo hará mucho más.
Para empezar y partiendo de una base muy sencilla te invito a que cuando algo se te vaya de las manos, ya sea porque pierdes los nervios, porque rompes a llorar desconsoladamente o porque algo te pone de muy mal humor, en el momento que te des cuenta, pares un segundo, no sigas “alimentando al bicho”, no te tortures durante horas. Para y analiza la situación, ¿de verdad es para ponerse así? La respuesta puede ser sí o no, no importa. Si es que sí, sigue preguntándote, ¿la podría haber evitado?, y lo mismo, no juzgues la respuesta. Poco a poco hasta que llegues a alguna conclusión y a un estado diferente. A veces sucede que te acabas riendo y quitándole importancia; otras, dándote cuenta de que esto mismo en un día diferente no hubiera sucedido, y entonces ya sabes que es una reacción fruto del momento y que no te hace una pareja o madre horrible, por ejemplo.
Todo esto te ayudará a ir manejando poco a poco situaciones, ya que si de un momento haces varias horas, tendrá el efecto grano que se convierte en montaña de arena, o no te ha pasado nunca que te enfadas mucho por una cosa bastante insignificante y cuando ya te has dado cuenta de que “la has liao parda” no sabes siquiera cómo recular, jaja. Pues eso, truquito al canto para prevenir.
Ya sabes, empieza por esto: identificar y relativizar. Eh, no digo que sea fácil, que soy mujer, embarazada, y compleja como tú, pero sí te prometo que si lo aplicas a tu día a día, convertirás días de tormenta en lluvias torrenciales que pueden acabar en arcoiris.
¿Quieres resolver todas las dudas sobre el seguimiento del embarazo y el protocolo del parto?…
Desde la Asociación Española de Lactancia Materna (AELAMA) nos explican las pautas para fomentar este…
Descubre cuál es el grado de compatibilidad entre la lactancia materna y tener un planeta…
¿Es normal tener celos del recién nacido? ¿Cómo abordar los celos del hermano mayor? ¿Cómo…
¿Tú #entrenasencasa? Dí adiós al sedentarismo con las mejores recomendaciones y aclara todas tus dudas…
¿Cómo afrontar el aislamiento sin que esto nos afecte en exceso? ¿Es complicada la gestión…