Todos somos conscientes de que el estrés de una mujer embarazada no puede derivar en nada bueno. Lo cierto es que los estados de ánimo son percibidos en todo momento por el feto, por lo que notar una mamá más agitada de lo normal, seguramente no será beneficioso para él. Lo que quizá no se nos había pasado por la cabeza, es que este estrés prenatal podría estar relacionado con el riesgo de que nuestros hijos padezcan en un futuro asma o eczemas. Lo cierto es que un estudio de investigadores del University Medical Center Hamburg-Eppendorf en Alemania lo asegura con bastante certeza.

El estudio en cuestión fue publicado en el “Journal of Allergy and Clinical Immunology” y asegura que aunque es inevitable negar que el asma infantil cuenta con un potente factor genético, durante los últimos años ha aumentado considerablemente la tasa de recién nacidos que padecen este tipo de afecciones. Asimismo, el estudio hace muchísimo hincapié en nuestra vida actual, en la que los niveles de estrés aumentan considerablemente.

El estudio de Petra Arck

El estudio fue realizado por la doctora Petra Arck en Australia, y lo cierto es que en sus primeras etapas se mostraba como un estudio bastante ambicioso, pues se trataba de seguir 1.587 embarazos y posteriormente analizar la salud de esos niños a los 6 y 14 años.

Las madres que se prestaron al estudio, convencidas de que llevaban un embarazo sano, dieron su consentimiento para una monitorización fetal intensa durante la gestación. Además, durante todo el embarazo, las futuras madres eran sometidas a continuas entrevistas con psicólogos en las que se les preguntaba por su situación emocional, si habían padecido algún episodio de estrés en el embarazo relacionado con el trabajo, el fallecimiento de algún familiar etc.

Al final del estudio, tras la etapa en la que se analizaba la salud de los niños durante los 6 y 14 años, tan sólo se había recopilado información fiable y completa de unos 994 niños y madres. No obstante, al cruzar los datos se dieron cuenta de que dicha información era más que suficiente para sacar conclusiones interesantes.

Los datos hablaban por sí solos. Los niños cuyas madres habían estado sometidas a estrés durante la segunda etapa del embarazo, tenían muchas más probabilidades de sufrir asma o eczema.

Aunque los resultados arrojaban bastantes datos interesantes, los investigadores reconocen que evidentemente existen muchos más factores durante la gestación que podrían aumentar el riesgo de asma infantil, por lo que aún hay terrenos inexplorados que se deben estudiar para mejorar los cuidados durante el embarazo.