El saltador es un asiento de lona con cuerdas elásticas que se fijan en los marcos de las puertas. El bebé llega con los pies al suelo y puede dar saltitos, lo que le proporciona un ejercicio intenso antes de que pueda moverse por si mismo. A los bebés les encanta el vaivén de este columpio y saltar con rapidez por lo que es un “juguete” muy entretenido para ellos.

Deben utilizarlos niños que ya se pueden mantener firmes en pie, ya que si lo usamos antes será perjudicial para las piernas, las articulaciones y la espalda de nuestro bebé.

Debemos asegurarnos de que el bebé pueda apoyar todo el pie en el suelo, no solo las puntitas, ya que, como os decía, esto sería perjudicial para sus pies y piernas.

Según los especialistas en traumatología y muchos pediatras no deberían usarse más de 20 minutos al día para no sobrecargar esa zona.

Nunca, y bajo ningún concepto, se debe dejar al bebé en el saltador sin vigilancia y no se debe dejar, si hay alguna mascota en casa, que juegue alrededor del niño.

Se conocen casos de traumatismos leves en piernas, golpes en la cabeza con las puertas y pensad que las cintas pueden soltarse o incluso romperse del uso.

Cuando el bebé ya comienza a moverse por si mismo es el momento de dejar de usar el saltador ya que el pequeño desarrolla mejor su psicomotricidad cuando se les permite libertad de movimientos.

Los saltadores proporcionan patronesde movimiento que no son útiles en el desarrollo normal. El ejercicio que hace el bebé no favorece el desarrollo del control de las piernas y el tronco o el equilibrio que es básico y primordial para comenzar a andar.
Además, reduce considerablemente el tiempo en el que el bebé está en el suelo intentando buscar la manera para gatear.

Con esto no quiero decir que el saltador no sea un modo de entretener a nuestro bebé negativo, sino que, según mi punto de vista, tiene más puntos negativos que no positivos.

Espero que os haya gustado mi opinión, y si queréis hacer algún comentario estaré encantada de leerlo.

Gracias.