Un equipo de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, en Estados Unidos, decidió exponer a 21 bebés prematuros a grabaciones sonoras de las voces y los latidos de sus madres tres horas al día a lo largo de un mes. Los científicos habían alterado los sonidos para que se parecieran lo máximo posible a la percepción que tenían los niños en el útero. Estos niños que nacieron entre la semana 25 y 32 de embarazo se eligieron entre 40 bebés al azar. Los otros niños solamente escucharon los sonidos de la sala en la cual estaban, las maquinarias y las voces de la gente.
Trascurrido ese tiempo el equipo examinaron los cerebros de los niños a través de una ecografía craneal. Pudieron ver cómo la corteza auditiva, que es la encargada de procesar los estímulos acústicos, había aumentado en los bebés que habían recibido el estímulo.
Concluyeron que los sonidos que el bebé percibe dentro del vientre materno son la base para que su cerebro pueda procesar los sonidos y el habla. Ya había estudios previos que apuntaban a que la voz materna en la lactancia fomentaba el desarrollo del centro de audición y del habla. Lo que no se atrevieron a concretar los investigadores es hasta qué punto llegan a influir estos estímulos en el desarrollo de esa zona.
Como hemos visto es fundamental que hablemos a nuestro bebé desde el primer momento en el que lo ponen en nuestros brazos.
Un equipo de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, en Estados Unidos, decidió exponer a 21 bebés prematuros a grabaciones sonoras de las voces y los latidos de sus madres tres horas al día a lo largo de un mes. Los científicos habían alterado los sonidos para que se parecieran lo máximo posible a la percepción que tenían los niños en el útero. Estos niños que nacieron entre la semana 25 y 32 de embarazo se eligieron entre 40 bebés al azar. Los otros niños solamente escucharon los sonidos de la sala en la cual estaban, las maquinarias y las voces de la gente.
Trascurrido ese tiempo el equipo examinaron los cerebros de los niños a través de una ecografía craneal. Pudieron ver cómo la corteza auditiva, que es la encargada de procesar los estímulos acústicos, había aumentado en los bebés que habían recibido el estímulo.
Concluyeron que los sonidos que el bebé percibe dentro del vientre materno son la base para que su cerebro pueda procesar los sonidos y el habla. Ya había estudios previos que apuntaban a que la voz materna en la lactancia fomentaba el desarrollo del centro de audición y del habla. Lo que no se atrevieron a concretar los investigadores es hasta qué punto llegan a influir estos estímulos en el desarrollo de esa zona.
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