Podemos darte muchas razones para convencerte de las virtudes del fuet Casa Tarradellas. Probablemente no necesites ninguna porque ya lo conoces, ha estado siempre en tu vida, es un producto familiar. De hecho es precisamente la virtud que más nos gusta: El fuet Casa Tarradellas une. Compartir un fuet en una comida en la montaña con toda la familia, pasarse la pieza unos a otros en una acampada con amigos, comerlo a escondidas con tu hermano dentro de la despensa… Es una experiencia, más que un tentempié, y además es sano y nutritivo.

Eso sí, en casa a todos les gustará el fuet Casa Tarradellas, tenlo vigilado porque es muy posible que desaparezca y hay pocas cosas más desagradables que llegar corriendo a la cocina a darle un buen bocado y ver la cuerdecita colgando. Sé previsor, si no lo tienes en casa, lo echarás de menos.

Y ahora que estamos en verano el fuet Casa Tarradellas nos salva de cualquier imprevisto. Ponte en situación: una tarde calurosa, una buena pieza de fuet cortada a trozos no demasiado estrechos, un tomate troceado en el centro con aceite y sal y un pedazo de pan, todo acompañado de agua bien fría… pocas meriendas tan placenteras, tan sencillas y tan sanas.