La alimentación de la madre durante el embarazo afecta a la salud de hijos y nietos, según una investigación del hospital Sant Joan Déu de Barcelona que publica la revista Cell Metabolism. El estudio se centra en el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes y el colesterol y concluye que sus efectos perjudican no sólo a los futuros hijos sino también a los nietos.
En humanos, la desnutrición durante el embarazo tiene un efecto rebote en los hijos, suelen nacer con bajo peso pero después lo ganan con facilidad, ello aumenta el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. En los ratones se ha observado este mismo patrón, las crías nacieron con bajo peso pero a medida que envejecían se convertían en obesos y desarrollaban también la diabetes. Pero el resultado más sorprendente se observó en los nietos, que aunque no padecieran esta restricción calórica durante la gestación, y nacieron con un peso normal, también desarrollaron estos problemas metabólicos.
La conclusión de los investigadores es que se trata de una herencia no genética y que no sigue las leyes clásicas de la herencia de Mendel, porque no fue el efecto directo de la falta de nutrientes durante su crecimiento interino, sino que lo que alteró su metabolismo fue la herencia de lo que habían dejado de comer sus abuelas durante el embarazo.
A raiz de esto, lo que se analizó fueron qué genes estaban activos en el hígado de los nietos, y se halló que la actividad de 172 genes estaba alterada en comparación con el hígado de los ratones sanos. Entre estos generes alterados estaba el LXRa, que se considera la clave en el metabolismo de las grasas y el colesterol.
Los expertos alertan que, aunque esta investigación se ha realizado en ratones, estos resultados se pueden extrapolar a la especie humana. Según las declaraciones del doctor Jiménez-Chillarón, realizadas a través de un comunicado difundido por Cell Metabolism, "es nuestro propio estilo de vida el que determinará si un riesgo heredado acaba traduciéndose realmente en una enfermedad". Por eso no, según el experto, no hay que culpar de todo lo que nos ocurra a nuestros padres y a abuelos "nuestra opinión es que heredamos alguna predisposición".
La alimentación de la madre durante el embarazo afecta a la salud de hijos y nietos, según una investigación del hospital Sant Joan Déu de Barcelona que publica la revista Cell Metabolism. El estudio se centra en el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes y el colesterol y concluye que sus efectos perjudican no sólo a los futuros hijos sino también a los nietos.
En humanos, la desnutrición durante el embarazo tiene un efecto rebote en los hijos, suelen nacer con bajo peso pero después lo ganan con facilidad, ello aumenta el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. En los ratones se ha observado este mismo patrón, las crías nacieron con bajo peso pero a medida que envejecían se convertían en obesos y desarrollaban también la diabetes. Pero el resultado más sorprendente se observó en los nietos, que aunque no padecieran esta restricción calórica durante la gestación, y nacieron con un peso normal, también desarrollaron estos problemas metabólicos.
La conclusión de los investigadores es que se trata de una herencia no genética y que no sigue las leyes clásicas de la herencia de Mendel, porque no fue el efecto directo de la falta de nutrientes durante su crecimiento interino, sino que lo que alteró su metabolismo fue la herencia de lo que habían dejado de comer sus abuelas durante el embarazo.
A raiz de esto, lo que se analizó fueron qué genes estaban activos en el hígado de los nietos, y se halló que la actividad de 172 genes estaba alterada en comparación con el hígado de los ratones sanos. Entre estos generes alterados estaba el LXRa, que se considera la clave en el metabolismo de las grasas y el colesterol.
Los expertos alertan que, aunque esta investigación se ha realizado en ratones, estos resultados se pueden extrapolar a la especie humana. Según las declaraciones del doctor Jiménez-Chillarón, realizadas a través de un comunicado difundido por Cell Metabolism, "es nuestro propio estilo de vida el que determinará si un riesgo heredado acaba traduciéndose realmente en una enfermedad". Por eso no, según el experto, no hay que culpar de todo lo que nos ocurra a nuestros padres y a abuelos "nuestra opinión es que heredamos alguna predisposición".
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