Mi hija nació en 2003, gracias a un tratamiento de reproducción asistida con un donante de esperma. Hace diez años no éramos muchas las mujeres que sin pareja decidíamos ser madres por decisión propia. Ahora, según las clínicas privadas, el porcentaje ha incrementado por encima de las expectativas.

En aquel entonces, cuando yo tomé la decisión y, como periodista que soy, me fui a informar a la hemeroteca, pensando en el Estado norteamericano al que tendría que viajar para poder ser madre con la ayuda de un donante. Mi gran sorpresa fue que no tendría que cruzar fronteras, podía hacerlo en España. Me sentí enormemente orgullosa de mi país y de la Ley de Reproducción asistida tan avanzada que tenía, y que tiene, porque gracias a ella no sólo parejas españolas, parejas lesbianas o mujeres solteras pueden formar una familia.

Por supuesto pregunté en la Sanidad Pública pero me invitaron a un NO porque la lista de espera era de por encima de los cuatro años y a los 40 ya no te admitían (yo tenía entonces 38) y recurrí a la privada porque el limite ético se encuentra en los 50 años. Nunca entendí porqué pública y privada deciden la edad idónea para ser madre con un margen de diez años.

Y a pesar de tener grandes ausencias como un registro único de donantes (que más vale que el Gobierno dedicase su tiempo a estos menesteres) y la maternidad subrogada, me sentía orgullosa de vivir en un país que avanzaba con grandes pasos hacía la tolerancia, la diferencia o los distintos modelos de familia.

Cuando las mujeres comenzaron a ocupar más carteras ministeriales, me dije: las mujeres, las madres, las familias, se verán favorecidas… Pero hace dos años nuestro país sufrió un cambio de Gobierno con nuevas ministras… Mes a mes me ido sintiendo menos orgullosa se vivir en este país y por supuesto tremendamente decepcionada con las mujeres ministras que de un tiempo a esta parte se les ha olvidado que son mujeres, que son monoparentales, que tienen hijos por reproducción asistida con un donante y se han convertido en auténticas termitas devoradoras de los derechos de las mujeres, de los derechos de las madres y sobre todo de los derechos de las mujeres solteras y lesbianas en la Reproducción Asistida, disfrazando con la hipocresía que las caracteriza lo que no es sino discriminación ideológica a unos modelos de familia que no son el establecido socialmente como clásico.

Poco a poco han ido estableciendo políticas familiares en detrimento de la familia, pese a que nuestro índice de natalidad esté por los suelos, y poco a poco han ido dejando caer políticas en forma de recortes discriminatorios… El último un recorte en la sanidad pública para mujeres solteras y lesbianas impidiendo que puedan acceder a un tratamiento de reproducción asistida y permitiendo que solo puedan optar a ellos parejas compuestas por un hombre y una mujer…

La Ministra, de nuevo insultando la inteligencia de las demás mujeres que no sé porqué creo que cuentan con un cociente superior al suyo, dice que el único criterio es el de la infertilidad, dando a entender que solteras y lesbianas no pueden porque son fértiles. Y ahora le pregunto yo: ¿No sería más lógico señora Ministra que el recorte, que dudo que sea necesario, en caso de serlo, se hiciese en función de la renta familiar? Y ¿Puede que yo esté equivocada y me diga Usted ahora que durante toda mi vida laboral no he pagado los mismos impuestos que las mujeres que forman parte de una pareja heterosexual?

Si esto no es discriminación ideológica que venga Dios y lo vea, o mejor dicho, que venga Dolores de Cospedal y Alicia Sánchez Camacho y lo vean y, además, que lo apoyen como lo están haciendo. Recuerdo, por si alguien no lo sabe, que la señora Cospedal es madre soltera fruto de un tratamiento de reproducción asistida con donante, al igual que la señora Sánchez Camacho. Ambas debieron saltarse la clase de ética que decía algo así como “no desees para los demás lo que no quieras para ti”. Se me olvidó un pequeño detalle, la señora Sánchez Camacho dice estar muy arrepentida y anda en la búsqueda de un padre para su hijo, o al menos eso dijo cuando le preguntaron porque no aceptaba que una pareja homosexual pudiese tener hijos, y en aras de la mayor estupidez aseguró “que un niño necesita de un padre y una madre para su estabilidad emocional”. Doy gracias porque mi hija me tenga a mí como madre y no a la señora Sánchez Camacho, más que nada por su estabilidad emocional.

Y en esas estamos, gobernadas por termitas de derechos de mujeres, que por no perder el sofá cómodo en el que viven, dejan de ser mujeres, se visten de mantilla y acuden a los toros, abanderan una ideología que ni ellas mismas se la creen y hacen de su capa un sayo mientras que impiden que las demás mujeres puedan ni siquiera lucir sus sayos.