Lo primero que hacemos es lo que llaman los psicólogos: pasar el duelo. Hay que aceptar que la maternidad se nos va a poner cuesta arriba, que puede incluso que no lleguemos a ser madres, o no lleguemos a ser madres biológicas o no lleguemos a ser madres genéticas.
Nos hablan de los avances de la ciencia, de las miles de técnicas que en la actualidad existen para conseguir un embarazo, tratamientos y posibilidades… incluso nos dicen que por qué no vitrificamos nuestros óvulos cuando éramos más jóvenes… y muchas de nosotras preguntamos: ¿pero qué es eso?, ¿se podía hacer? Luego está la opción de recurrir a un óvulo donado, de una mujer de 25 años mucho más joven que nosotras y en el caso de que nos fallen los nuestros definitivamente, y si no la donación de embriones, de parejas o mujeres que lo consiguieron y que donaron aquellos que les sobraron.
¡Guau!, ¡cuánta información de golpe! ¿Y por qué nadie me contó antes que podía tener problemas a esta edad para ser madre? Nadie lo dice, ni nos informan los colegios cuando se habla de reproducción humana, tampoco los ginecólogos cuando acudimos a hacer nuestras revisiones, ni planificación familiar, ni en los libros, ni en los programas de televisión (es más, estos alientan a la facilidad con que se puede ser madre con 45, 50 o 53 porque así lo cuentan las actrices, famosas, o personajes del papel couché... Siempre se les olvida comentar que lo fueron gracias a un óvulo donado, a un embrión donado o a una vitrificación de óvulos).
¿Cuánto cuesta verdad, tener un hijo a cierta edad? Tampoco podemos dejar a un lado el valor económico. La seguridad social no nos quiere a esta edad porque va a invertir mucho en nuestra maternidad, ni que decir si somos solteras o lesbianas (en este caso ya ni hablar), y empieza la carrera por el préstamo bancario o familiar: una inseminación artificial con donante de esperma de 1.000 a 1.500 euros; una fertilización in vitro de 3.000 a 4.500 euros; una donación de óvulos de 5.000 a 8.000 euros, una donación de embriones de 2.800 a 3.500 euros.
Y a todo esto hay que sumarle los diferentes intentos, porque nadie nos garantiza que por pagar se vaya a conseguir a la primera. ¡Caray, con lo que nos cuidamos para no quedar embarazadas por eso de que nos decían nuestras madres que a veces con solo mirarnos un hombre podíamos tener un hijo! Debía ser en época de nuestras abuelas cuando la vida sana provocaba una fertilidad sana… ahora nos vemos afectadas por todo: la alimentación, el alcohol, el tabaco, el estrés, la sociedad y hasta por el desamor.
Y si todo esto falla, aún nos queda un último intento: el vientre de alquiler… pero no en España, está prohibido y solo es factible para unos cuantos en el extranjero, aquellos con poder económico porque su precio es desorbitado: de 40.000 euros a 150.000 euros. ¡Lo que cuesta ser madre! Y aún así, si una mujer desea tener un hijo, hace todo lo posible por serlo. Por eso es uno de los sectores, éste de la reproducción asistida, que menos sufre la crisis. Renunciamos a todo, menos a ser madres. Entonces, ¿por qué esperamos tanto?
Lo primero que hacemos es lo que llaman los psicólogos: pasar el duelo. Hay que aceptar que la maternidad se nos va a poner cuesta arriba, que puede incluso que no lleguemos a ser madres, o no lleguemos a ser madres biológicas o no lleguemos a ser madres genéticas.
Nos hablan de los avances de la ciencia, de las miles de técnicas que en la actualidad existen para conseguir un embarazo, tratamientos y posibilidades… incluso nos dicen que por qué no vitrificamos nuestros óvulos cuando éramos más jóvenes… y muchas de nosotras preguntamos: ¿pero qué es eso?, ¿se podía hacer? Luego está la opción de recurrir a un óvulo donado, de una mujer de 25 años mucho más joven que nosotras y en el caso de que nos fallen los nuestros definitivamente, y si no la donación de embriones, de parejas o mujeres que lo consiguieron y que donaron aquellos que les sobraron.
¡Guau!, ¡cuánta información de golpe! ¿Y por qué nadie me contó antes que podía tener problemas a esta edad para ser madre? Nadie lo dice, ni nos informan los colegios cuando se habla de reproducción humana, tampoco los ginecólogos cuando acudimos a hacer nuestras revisiones, ni planificación familiar, ni en los libros, ni en los programas de televisión (es más, estos alientan a la facilidad con que se puede ser madre con 45, 50 o 53 porque así lo cuentan las actrices, famosas, o personajes del papel couché... Siempre se les olvida comentar que lo fueron gracias a un óvulo donado, a un embrión donado o a una vitrificación de óvulos).
¿Cuánto cuesta verdad, tener un hijo a cierta edad? Tampoco podemos dejar a un lado el valor económico. La seguridad social no nos quiere a esta edad porque va a invertir mucho en nuestra maternidad, ni que decir si somos solteras o lesbianas (en este caso ya ni hablar), y empieza la carrera por el préstamo bancario o familiar: una inseminación artificial con donante de esperma de 1.000 a 1.500 euros; una fertilización in vitro de 3.000 a 4.500 euros; una donación de óvulos de 5.000 a 8.000 euros, una donación de embriones de 2.800 a 3.500 euros.
Y a todo esto hay que sumarle los diferentes intentos, porque nadie nos garantiza que por pagar se vaya a conseguir a la primera. ¡Caray, con lo que nos cuidamos para no quedar embarazadas por eso de que nos decían nuestras madres que a veces con solo mirarnos un hombre podíamos tener un hijo! Debía ser en época de nuestras abuelas cuando la vida sana provocaba una fertilidad sana… ahora nos vemos afectadas por todo: la alimentación, el alcohol, el tabaco, el estrés, la sociedad y hasta por el desamor.
Y si todo esto falla, aún nos queda un último intento: el vientre de alquiler… pero no en España, está prohibido y solo es factible para unos cuantos en el extranjero, aquellos con poder económico porque su precio es desorbitado: de 40.000 euros a 150.000 euros. ¡Lo que cuesta ser madre! Y aún así, si una mujer desea tener un hijo, hace todo lo posible por serlo. Por eso es uno de los sectores, éste de la reproducción asistida, que menos sufre la crisis. Renunciamos a todo, menos a ser madres. Entonces, ¿por qué esperamos tanto?
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