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La llegada de un bebé es, sin duda, una maravillosa experiencia, pero, también es cierto que demanda tiempo y energía, no es una tarea sencilla enfrentarse a algo desconocido.
Si acabas de convertirte en mamá de una pequeña, seguramente estás lidiando con las preocupaciones de los principales cuidados de un recién nacido, entre ellos la cura del cordón umbilical, el cuidado de las uñas, la limpieza de los ojos, orejas y la nariz, si retirar o no la costra láctea, cortar o no el cabello, e infinidad de atenciones más.
La labor de convertirte en su fiel cuidadora no cesará; desde el momento en que la tuviste entre tus brazos y conforme crezca, los cuidados y responsabilidades irán cambiando.
Es un acto lleno de amor incondicional, pues el vínculo de una madre con su hija es de lo más profundo, único y especial que existe, y conforme pasan los años se fortalece por la comprensión y la empatía, como un bien necesario y vital.
Este proceso comenzó con la concepción y se prolongará a lo largo de toda la vida. Sin embargo, nadie está preparada para escuchar que su madre o su hija tienen una enfermedad que puede poner en riesgo su vida.
Si bien no es posible erradicar las enfermedades, sí se puede contrarrestar sus efectos con una detección temprana. Muchos gobiernos del mundo están comprometidos con esta idea, y podemos encontrar muchos ejemplos de ello. En este sentido, el candidato a la Presidencia de la República Mexicana de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade, ofreció a las mujeres una línea integral de atención médica a fin de ayudar en el tratamiento oportuno de cáncer, facilitar información para disminuir el embarazo en adolescentes y cuidar de las mujeres de la tercera edad, entre otros apoyos, poniendo la tecnología al servicio de la salud.
