Sebastián y Ringo, en su primer día de vida el 11 de junio de 2015.
Desayuna jugo de naranja y si puede le agrega otra fruta que haya en la cocina. Adora la ensalada de remolacha y chaucha. Me ayuda a preparar tartas de zapallitos y brócoli, aunque aún no se entusiasma mucho con hacer pan. Tal vez herencia de su sangre italiana, se derrite por las pastas y siempre tiene ideas nuevas para condimentar las salsas. Come cada vez más verduras pero nada lo tienta más que una buena milanesa a la napolitana.
Le canta canciones a mi panza. Se le llenan los ojos de emoción cuando habla de cómo será nuestra vida con el nuevo integrante. Imagina más niños y la casa plagada de juguetes y música. Amo como armamos nuestro mundo cotidiano.
Lo conocí por un amigo en común y no me llamó la atención. Me pareció delirante y un poco creído, pasó un largo tiempo hasta que lo volviera a ver. Nuestro segundo encuentro fue más definitorio. Se me ocurrió presentarle a una amiga, pero al momento de juntarlos me di cuenta que era yo la que quería estar con él y desee con todo mi ser que la cita terminara en fracaso. No tuve que hacer mucho esfuerzo, ambos se rechazaron profundamente. El también sintió una atracción fuerte hacia mí, tan intensa que desde esa noche no nos separamos nunca más.
Pasaron tres años. Pasamos por mucho crecimiento, épocas de más y de menos trabajo, etapas de discusiones, de reconciliaciones. De charlas, de acomodarnos. De aprender a estar unidos, buscando la libertad. Decidimos que era el momento de tener un hijo y lo compartimos con nuestros seres queridos con mucha felicidad.
Y cuando parecía que mi mundo entero derrumbaba, él sacó su energía interior, luminosa, potente, sanadora. Y me sostuvo. En vez de caer, me agarró fuerte y me hizo ver que yo también tenía fuerza, y que era el momento de sacarla. Y enseguida se enjuagó el llanto y se arremangó la camisa, y dijo ¿y ahora, qué hay que hacer? Nunca me hubiera imaginado que ese chico delirante y creído iba a ser el mejor compañero que podría haber elegido.
Es mi compañero de la vida. Se llama Sebastián y este domingo Ringo le va festejar su primer día del padre.
