Cómo usar la envidia a tu favor

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Cómo usar la envidia a tu favor


Cuando te llega el momento de ser madre, es casi inevitable que te compares tanto en el embarazo como después del parto. Ya lo dice el refrán: las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando consiguen hacer sentir inferior a la otra persona o lo que es peor, cuando te generan envidia, de la cochina.

Tienes que tener muchas narices para reconocer que sientes envidia por algo, que te pica y que te genera malestar, pero vale, si al menos la reconoces en algún escenario, ya tienes el primer pasito del camino recorrido. Veamos qué hay que hacer en cada uno de ellos.

  1. Identificarla: Muchas veces a la envidia le gusta camuflarse, pero hay un truquito muy sencillo, y es hacerte esta pregunta: lo que veo de la otra persona, ¿me molesta o lo admiro? Si respondes lo primero, es momento de revisar tu autoestima. Si respondes lo segundo, vas por buen camino.
  2. Centrarte en ti misma: Si ya has reconocido que está ahí, es momento de parar y mirar más hacia dentro que hacia fuera. No eres la otra persona. Tú eres quien eres con tus propias circunstancias, es mejor que te centres en ti.
  3. Poner en perspectiva: Reconoce que cada uno vive a su manera, que la situación de la otra persona es diferente a la tuya. Reconoce tus logros en lugar de fijarte en los de los demás.
  4. Usarla a tu favor: Si sientes envidia de algo que tú podrías cambiar, ponte en marcha. Ya has dado un gran paso, ya lo sabes, ahora trabaja en lo que esté en tu mano para cambiar eso que te está molestando. Si es algo que tú no puedes cambiar, vuelve al punto 3 y cambia de perspectiva o vivirás angustiada sin necesidad.

Todo esto lo puedes ver más claro con el siguiente ejemplo: madres que dan el pecho en cualquier parte.

Primero identificas que te molesta (¡bien!), aunque no sepas ni por qué. Te paras a pensarlo y te das cuenta de que en realidad te da envidia porque a ti te encantaría, te haría la vida más fácil pero te da vergüenza hacerlo.

Luego al centrarte en ti descubres que en realidad a ti es que no te gusta que te vean, y es TU decisión, así que el que lo haga otra madre, te tiene que dar igual. Al ponerlo en perspectiva entiendes que quizá la otra madre pues no tenga tanto pudor, que en su casa siempre se ha hecho así o que se ha cansado de esconderse.

maruja


Cuando te llega el momento de ser madre, es casi inevitable que te compares tanto en el embarazo como después del parto. Ya lo dice el refrán: las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando consiguen hacer sentir inferior a la otra persona o lo que es peor, cuando te generan envidia, de la cochina.

Tienes que tener muchas narices para reconocer que sientes envidia por algo, que te pica y que te genera malestar, pero vale, si al menos la reconoces en algún escenario, ya tienes el primer pasito del camino recorrido. Veamos qué hay que hacer en cada uno de ellos.

  1. Identificarla: Muchas veces a la envidia le gusta camuflarse, pero hay un truquito muy sencillo, y es hacerte esta pregunta: lo que veo de la otra persona, ¿me molesta o lo admiro? Si respondes lo primero, es momento de revisar tu autoestima. Si respondes lo segundo, vas por buen camino.
  2. Centrarte en ti misma: Si ya has reconocido que está ahí, es momento de parar y mirar más hacia dentro que hacia fuera. No eres la otra persona. Tú eres quien eres con tus propias circunstancias, es mejor que te centres en ti.
  3. Poner en perspectiva: Reconoce que cada uno vive a su manera, que la situación de la otra persona es diferente a la tuya. Reconoce tus logros en lugar de fijarte en los de los demás.
  4. Usarla a tu favor: Si sientes envidia de algo que tú podrías cambiar, ponte en marcha. Ya has dado un gran paso, ya lo sabes, ahora trabaja en lo que esté en tu mano para cambiar eso que te está molestando. Si es algo que tú no puedes cambiar, vuelve al punto 3 y cambia de perspectiva o vivirás angustiada sin necesidad.

Todo esto lo puedes ver más claro con el siguiente ejemplo: madres que dan el pecho en cualquier parte.

Primero identificas que te molesta (¡bien!), aunque no sepas ni por qué. Te paras a pensarlo y te das cuenta de que en realidad te da envidia porque a ti te encantaría, te haría la vida más fácil pero te da vergüenza hacerlo.

Luego al centrarte en ti descubres que en realidad a ti es que no te gusta que te vean, y es TU decisión, así que el que lo haga otra madre, te tiene que dar igual. Al ponerlo en perspectiva entiendes que quizá la otra madre pues no tenga tanto pudor, que en su casa siempre se ha hecho así o que se ha cansado de esconderse.

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