El pasado jueves 20 de agosto Antonia pasó la noche en un hospital de Córdoba, el más cercano a la localidad en la que reside de esta provincia española. Había ingresado acompañada por su marido Fran, al sentir que estaba de parto, nada extraño ya que había salido de cuentas el 16 de agosto. Sin embargo, por la mañana los médicos le dijeron que todavía no era el momento de dar a luz y le dieron el alta. Pero el mismo viernes, cuando sólo llevaba una hora en su casa, se dio cuenta de que su bebé no iba a esperar más.

A partir de ahí, comenzó su odisea para repetir maternidad.

Un duro proceso para tener a su segundo hijo

La pareja tiene una hija de 11 años, pero darle un hermanito ha resultado una misión más complicada de lo que podía parecer en un principio, ya que antes de este segundo embarazo llegado a término habían pasado por 3 abortos. Además, y a consecuencia de ello, ha sido un embarazo de alto riesgo, con todo lo que conlleva. Por eso, cuando el viernes subieron al coche acompañados de dos hermanas de Antonia tenían el presentimiento de que algo no iba salir bien.

Un parto en mitad de la carretera

Parecía que esos malos augurios iban a cumplirse cuando tuvieron que detener la marcha hacia el hospital y aparcar en pleno arcén al notar Antonia que la cabeza de su hijo ya estaba fuera. No les iba a dar tiempo ni a llegar al centro médico ni a esperar a los servicios de emergencia. Así que, tanto el padre de la criatura como sus tías decidieron que tenían que ocuparse ellos.

Ayudaron al bebé a nacer, pero pronto se sintieron aterrados al comprobar que estaba amoratado y no lloraba. Las tres hermanas no permitieron que el miedo las paralizara. Le dieron unos pequeños azotes y le metieron los dedos en la garganta para liberar su boca. Consiguieron su objetivo y el niño comenzó a llorar. Cuando llegaron los sanitarios comprobaron que tanto la madre como el bebé se encontraban en perfecto estado de salud.

Sin duda la mejor noticia.