El amor que recibimos cuando somos bebés mejora nuestra calidad de vida

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El amor que recibimos cuando somos bebés mejora nuestra calidad de vida


Siempre hemos escuchado eso de que los bebés necesitan el contacto continuo con su madre. Ahora, tras algunos años de pausa, se ha retomado un estudio comenzado por Rene Spitz en 1940, que asegura que los bebés sufren consecuencias irreversibles en base a la cantidad de amor que reciben durante los primeros años de su vida. De esta forma, el estudio asegura que el amor, el afecto y la sociabilización de los bebés son factores muy importantes que en un futuro podrían influir en una vida saludable y longeva.

En 1940, Rene Spitz comenzó a estudiar a un grupo de bebés que habían sido criados en un orfanato. Al parecer, estos bebés sólo habían tenido contacto con las enfermeras que los lavaron y alimentaron durante los primeros días, y posteriormente las personas destinadas a cuidarlos mientras estuvieran allí. Si bien es cierto que la higiene y cuidados del centro eran los correctos, Rene Spitz se sorprendió al observar que el 37% de los niños murieron.

Spitz también observó detenidamente a un grupo de bebés criados por sus madres en cárceles. Lo cierto es que ninguno de estos niños murió, algo que hizo pensar a Spitz que el cariño materno era algo vital para el recién nacido.

Un nuevo estudio

En el año 2007, este estudio se volvió a realizar en Rumanía. No obstante, en esta ocasión se decidió comparar el crecimiento de los bebés en orfanatos con bebés cuidados por padres adoptivos. En este estudio se escogió a niños completamente sanos para eliminar factores genéticos.

El resultado de este estudio demostró que los niños adoptados crecieron mucho más rápido y alcanzaron mayor coeficiente intelectual. Además, el 55% de los niños huérfanos desarrolló algún tipo de enfermedad mental, mientras que en el grupo de los niños que habían sido adoptados tan sólo desarrollaron algún tipo de enfermedad mental el 22%.

Estos y otros estudios evidencian que el ser humano está creado para florecer cuando siente el amor físico y psicológico por parte de los demás. Así, besos, caricias y todo lo que tenga que ver con el contacto entre dos personas es realmente importante para que nuestro cuerpo se llene de hormonas que lo mantengan en funcionamiento.


Siempre hemos escuchado eso de que los bebés necesitan el contacto continuo con su madre. Ahora, tras algunos años de pausa, se ha retomado un estudio comenzado por Rene Spitz en 1940, que asegura que los bebés sufren consecuencias irreversibles en base a la cantidad de amor que reciben durante los primeros años de su vida. De esta forma, el estudio asegura que el amor, el afecto y la sociabilización de los bebés son factores muy importantes que en un futuro podrían influir en una vida saludable y longeva.

En 1940, Rene Spitz comenzó a estudiar a un grupo de bebés que habían sido criados en un orfanato. Al parecer, estos bebés sólo habían tenido contacto con las enfermeras que los lavaron y alimentaron durante los primeros días, y posteriormente las personas destinadas a cuidarlos mientras estuvieran allí. Si bien es cierto que la higiene y cuidados del centro eran los correctos, Rene Spitz se sorprendió al observar que el 37% de los niños murieron.

Spitz también observó detenidamente a un grupo de bebés criados por sus madres en cárceles. Lo cierto es que ninguno de estos niños murió, algo que hizo pensar a Spitz que el cariño materno era algo vital para el recién nacido.

Un nuevo estudio

En el año 2007, este estudio se volvió a realizar en Rumanía. No obstante, en esta ocasión se decidió comparar el crecimiento de los bebés en orfanatos con bebés cuidados por padres adoptivos. En este estudio se escogió a niños completamente sanos para eliminar factores genéticos.

El resultado de este estudio demostró que los niños adoptados crecieron mucho más rápido y alcanzaron mayor coeficiente intelectual. Además, el 55% de los niños huérfanos desarrolló algún tipo de enfermedad mental, mientras que en el grupo de los niños que habían sido adoptados tan sólo desarrollaron algún tipo de enfermedad mental el 22%.

Estos y otros estudios evidencian que el ser humano está creado para florecer cuando siente el amor físico y psicológico por parte de los demás. Así, besos, caricias y todo lo que tenga que ver con el contacto entre dos personas es realmente importante para que nuestro cuerpo se llene de hormonas que lo mantengan en funcionamiento.

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