El Homunculo de Penfield

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El Homunculo de Penfield


Voy a comenzar un estudio de investigación: ”Mejora de la calidad en las relaciones sexuales a través del trabajo activo de la estructura pelvi-perineal”, es decir, el suelo pélvico y todo lo que le rodea y participa en esa región. Y paso a paso, os iré explicando qué es lo que quiero demostrar y por qué, así que tendremos artículos para rato.

Soy Fisioterapeuta y experta en suelo pélvico. Y me llevé 11 años sin tener un orgasmo, lo que me duró mi primera relación sentimental. Y cuando unos meses más tarde, con la práctica sexual descubrí esa increíble y excitante sensación, pensé, Dios ¿tan torpe soy?

Quizás lo sea, pero los estudios de investigación me dicen que no soy la única, que estoy dentro del 80% de mujeres que no saben lo que es un orgasmo. Ahora gracias a mi suelo pélvico y mi trabajo de conciencia corporal y de querer conocerme un poco mejor por dentro, pertenezco a ese escaso y para mí preocupante 20%. ¿Sólo hay un 20% de mujeres que saben lo que es un orgasmo? Pues yo voy a comprobar eso y además voy a comprobar si, haciendo ejercicios como el que yo hago a menudo, puedo favorecer su llegada.

 

OBJETIVO Nº 1: AUMENTAR LA CONCIENCIA CORPORAL

Haremos un ejercicio en clase: nos tumbaremos boca arriba, escucharemos la música y desconectaremos el  cerebro. Haré que se imaginen algo, cualquier cosa, que les produzca placer, que les excite sexualmente. Y durante ese tiempo que van a intentar conectar con su excitación, van a empezar a sentir ciertas cosas (pero no van a tocarse, ojo, esto no es una clase de sexo, no pretendo que el objetivo de la clase sea que llegues a un orgasmo, al menos no estando dentro de mi clase). Yo les voy a guiar y les voy a enseñar a reconocer esas sensaciones, a observar cuando aparecen esas sensaciones y por qué fisiológicamente aparecen tanto voluntaria como involuntariamente, para que cuando en cualquier otra situación les ocurra, sepan reconocerlo con facilidad y saber qué es lo que deberían hacer (en la medida de las posibilidades de cada una) o no hacer. Vamos a aprender a reconocer sensaciones y a interpretarlas. Vamos a aprender a reconocer un orgasmo, pero sin que tengas que llegar a él durante mis clases. Quiero que lo que hagas en clase, lo pongas en práctica en casa, que le dediques 10 min, aunque sea una vez a la semana, poco a poco, pero no lo dejes, no vale abandonar.

Yo les obligo moralmente, porque así ellas lo han dispuesto al aceptar hacer un estudio y firmarlo. Pero son libres de abandonar el estudio cuando ellas así lo quieran (bien porque es aburrido, o porque les dé excesiva vergüenza, o porque no se sientan emocionalmente preparadas para hacerlo. Ellas están comprometidas moralmente a irse si el estudio no es lo que ellas esperan.

Les obligo a utilizar su arma más poderosa, la imaginación. Eso unido al Homúnculo de Penfield que explica la tremenda importancia que tiene la conciencia corporal en nuestro organismo nos lleva a alcanzar esas zonas que son tan difíciles de acceder sin perder el respeto social y sin abandonar la ética y la moral. Pero puedo llegar a esas zonas si accedo al pensamiento de la paciente, si consigo llamar la atención de su cerebro. Algo que día tras día vaya haciendo mella en su cerebro a medida que su cuerpo va aumentando sensaciones beneficiosas y agradables.

Penfield decía que nuestro cerebro  tiene la función de organizar, coordinar y mandar la ejecución de tareas. Pero el cerebro guarda todas esas tareas ya hechas demasiadas veces en algún sitio. Y ese sitio es la corteza cerebral, la parte que rodea todo el cerebro a través de un manto de tejido nervioso. Esa corteza es el MAPA DEL CEREBRO.

Cuando realizas una actividad repetidas veces, como puede ser el vestir a tu hijo, darle de mamar, darle de comer, ir al trabajo, limpiar la casa (lo justo), ponerte guapa,  el cerebro, vago y avispado por naturaleza,  realiza pequeños programas donde introduce toda la información necesaria para no tener que volverse a acordar de todos los movimientos que dicha acción requiere. Coloca ese programa en su mapa cerebral (que está dibujado recordemos en la corteza cerebral) y cuando observe qué función va a realizar, sólo tiene que “clickear” ese programa y de forma automatizada aparecen todos los movimientos, de no ser así, jamás podríamos realizar dos y tres cosas a la vez, sería demasiado costoso para nuestro cerebro.

Yo siempre le digo a mis alumnas cuando realizan conmigo Hipopresivos (Método registrado que inventó el Dr. Marcel Caufriez): La primera vez que os metisteis en un coche para aprender a conducir, o la primera vez que te dieron a tu hijo en brazos, tu cerebro tuvo que hacer un ajuste de planes, se tuvo que poner a trabajar. Pero al cerebro no se le engaña tan fácilmente, y eso lo digo por las que decimos que vamos a hacer ejercicio físico y terminamos abandonándolo con el tiempo. El cerebro no lo fija como programa en su corteza cerebral, quizás si hubiéramos seguido haciendo ejercicio, nuestro cerebro se hubiera enrollado y nos hubiera hecho la vida más fácil. Pero no, él considera que vale mucho, que no va a guardarte cualquier cosa, recuerda que es un vago, él sólo te guardará aquellas funciones que hagas con asiduidad y con constancia, de lo contrario cada vez que lo hagas el te ayudará, pero te costará más trabajo físico.

La primera vez que estás en casa con el bebé, piensas: “Esto es imposible, no voy a ser capaz de conseguir que no llore, que coma todo lo que necesite, bañarlo, cambiarlo, dormir menos horas, dejar de sentir miedo cuando no lo oigo respirar, dejar de mirarlo, volver mi atención a mi marido cada vez más  y además  cuidarme yo! IMPOSIBLE.

Cada día que pasas con tu hijo  es una información de más que le das al cerebro, y éste empieza a darse cuenta que tiene que elaborar un nuevo programa, que esto sí va en serio. Manos a la obra! Y a medida que van pasando los días y los meses y los años, te vas dando cuenta que hay cosas que ahora haces sin tener que pensar en hacerlas. Eso es debido a que tu cerebro te ha regalado un programita de los buenos, de los que te permiten hacer varias cosas a la vez. Y tu esfuerzo lo ha hecho posible.

Si aplicamos esa capacidad de hacer programas tan buenos a la actividad física, al ejercicio, tenemos a una mujer que  además de preocuparse por su entorno, se preocupa también por su cuerpo y por su mente. Aquí el cerebro funciona de diferente manera.  En su corteza cerebral, como esta vez hablamos no de programas sino de los movimientos que componen ese programa,  el cerebro tiene representado en otra parte del mapa todos los movimientos que se puedan realizar, qué músculos los realiza y la sensación que se debe tener cuando se activan, se contraen, se relajan y se estiran. Si nosotros no aprendemos a utilizar un músculo para realizar una actividad (por ejemplo activar el suelo pélvico de manera involuntaria cuando vamos a estornudar), cuando tratemos de realizarla, el cerebro va a darse cuenta que ese músculo y/o ese movimiento, no tiene apenas representación en la corteza cerebral.  Es más, durante mucho tiempo, pensará que es otra de tus ideas inconstantes (que todas las tenemos, cada cual la suya) y que no piensa darle protagonismo al suelo pélvico en su mapa. Pero si eres constante y  realizas ejercicio  con asiduidad, el cerebro comienza a darse de cuenta….de que hay que realizar un programa! Y tachán!! Comienzas a notar los músculos, a notar que cada vez haces más fuerza cuando los contraes, que no necesitas activarlo cuando estornudas o toses (aunque a algunas se nos quede el gesto de llevarse la mano por si se te escapa el pipi), que en tus relaciones sexuales las sensaciones han aumentado y/o  son mejores,  Enhorabuena!!! Has conseguido poner a tu suelo pélvico en una buena forma física! Has conseguido tener conciencia corporal de tu suelo pélvico!

Y si nadie siente nada de esto, pues….espero que al menos el esfuerzo realizado sirva para que me aprueben el trabajo!

vane_maciel


Voy a comenzar un estudio de investigación: ”Mejora de la calidad en las relaciones sexuales a través del trabajo activo de la estructura pelvi-perineal”, es decir, el suelo pélvico y todo lo que le rodea y participa en esa región. Y paso a paso, os iré explicando qué es lo que quiero demostrar y por qué, así que tendremos artículos para rato.

Soy Fisioterapeuta y experta en suelo pélvico. Y me llevé 11 años sin tener un orgasmo, lo que me duró mi primera relación sentimental. Y cuando unos meses más tarde, con la práctica sexual descubrí esa increíble y excitante sensación, pensé, Dios ¿tan torpe soy?

Quizás lo sea, pero los estudios de investigación me dicen que no soy la única, que estoy dentro del 80% de mujeres que no saben lo que es un orgasmo. Ahora gracias a mi suelo pélvico y mi trabajo de conciencia corporal y de querer conocerme un poco mejor por dentro, pertenezco a ese escaso y para mí preocupante 20%. ¿Sólo hay un 20% de mujeres que saben lo que es un orgasmo? Pues yo voy a comprobar eso y además voy a comprobar si, haciendo ejercicios como el que yo hago a menudo, puedo favorecer su llegada.

 

OBJETIVO Nº 1: AUMENTAR LA CONCIENCIA CORPORAL

Haremos un ejercicio en clase: nos tumbaremos boca arriba, escucharemos la música y desconectaremos el  cerebro. Haré que se imaginen algo, cualquier cosa, que les produzca placer, que les excite sexualmente. Y durante ese tiempo que van a intentar conectar con su excitación, van a empezar a sentir ciertas cosas (pero no van a tocarse, ojo, esto no es una clase de sexo, no pretendo que el objetivo de la clase sea que llegues a un orgasmo, al menos no estando dentro de mi clase). Yo les voy a guiar y les voy a enseñar a reconocer esas sensaciones, a observar cuando aparecen esas sensaciones y por qué fisiológicamente aparecen tanto voluntaria como involuntariamente, para que cuando en cualquier otra situación les ocurra, sepan reconocerlo con facilidad y saber qué es lo que deberían hacer (en la medida de las posibilidades de cada una) o no hacer. Vamos a aprender a reconocer sensaciones y a interpretarlas. Vamos a aprender a reconocer un orgasmo, pero sin que tengas que llegar a él durante mis clases. Quiero que lo que hagas en clase, lo pongas en práctica en casa, que le dediques 10 min, aunque sea una vez a la semana, poco a poco, pero no lo dejes, no vale abandonar.

Yo les obligo moralmente, porque así ellas lo han dispuesto al aceptar hacer un estudio y firmarlo. Pero son libres de abandonar el estudio cuando ellas así lo quieran (bien porque es aburrido, o porque les dé excesiva vergüenza, o porque no se sientan emocionalmente preparadas para hacerlo. Ellas están comprometidas moralmente a irse si el estudio no es lo que ellas esperan.

Les obligo a utilizar su arma más poderosa, la imaginación. Eso unido al Homúnculo de Penfield que explica la tremenda importancia que tiene la conciencia corporal en nuestro organismo nos lleva a alcanzar esas zonas que son tan difíciles de acceder sin perder el respeto social y sin abandonar la ética y la moral. Pero puedo llegar a esas zonas si accedo al pensamiento de la paciente, si consigo llamar la atención de su cerebro. Algo que día tras día vaya haciendo mella en su cerebro a medida que su cuerpo va aumentando sensaciones beneficiosas y agradables.

Penfield decía que nuestro cerebro  tiene la función de organizar, coordinar y mandar la ejecución de tareas. Pero el cerebro guarda todas esas tareas ya hechas demasiadas veces en algún sitio. Y ese sitio es la corteza cerebral, la parte que rodea todo el cerebro a través de un manto de tejido nervioso. Esa corteza es el MAPA DEL CEREBRO.

Cuando realizas una actividad repetidas veces, como puede ser el vestir a tu hijo, darle de mamar, darle de comer, ir al trabajo, limpiar la casa (lo justo), ponerte guapa,  el cerebro, vago y avispado por naturaleza,  realiza pequeños programas donde introduce toda la información necesaria para no tener que volverse a acordar de todos los movimientos que dicha acción requiere. Coloca ese programa en su mapa cerebral (que está dibujado recordemos en la corteza cerebral) y cuando observe qué función va a realizar, sólo tiene que “clickear” ese programa y de forma automatizada aparecen todos los movimientos, de no ser así, jamás podríamos realizar dos y tres cosas a la vez, sería demasiado costoso para nuestro cerebro.

Yo siempre le digo a mis alumnas cuando realizan conmigo Hipopresivos (Método registrado que inventó el Dr. Marcel Caufriez): La primera vez que os metisteis en un coche para aprender a conducir, o la primera vez que te dieron a tu hijo en brazos, tu cerebro tuvo que hacer un ajuste de planes, se tuvo que poner a trabajar. Pero al cerebro no se le engaña tan fácilmente, y eso lo digo por las que decimos que vamos a hacer ejercicio físico y terminamos abandonándolo con el tiempo. El cerebro no lo fija como programa en su corteza cerebral, quizás si hubiéramos seguido haciendo ejercicio, nuestro cerebro se hubiera enrollado y nos hubiera hecho la vida más fácil. Pero no, él considera que vale mucho, que no va a guardarte cualquier cosa, recuerda que es un vago, él sólo te guardará aquellas funciones que hagas con asiduidad y con constancia, de lo contrario cada vez que lo hagas el te ayudará, pero te costará más trabajo físico.

La primera vez que estás en casa con el bebé, piensas: “Esto es imposible, no voy a ser capaz de conseguir que no llore, que coma todo lo que necesite, bañarlo, cambiarlo, dormir menos horas, dejar de sentir miedo cuando no lo oigo respirar, dejar de mirarlo, volver mi atención a mi marido cada vez más  y además  cuidarme yo! IMPOSIBLE.

Cada día que pasas con tu hijo  es una información de más que le das al cerebro, y éste empieza a darse cuenta que tiene que elaborar un nuevo programa, que esto sí va en serio. Manos a la obra! Y a medida que van pasando los días y los meses y los años, te vas dando cuenta que hay cosas que ahora haces sin tener que pensar en hacerlas. Eso es debido a que tu cerebro te ha regalado un programita de los buenos, de los que te permiten hacer varias cosas a la vez. Y tu esfuerzo lo ha hecho posible.

Si aplicamos esa capacidad de hacer programas tan buenos a la actividad física, al ejercicio, tenemos a una mujer que  además de preocuparse por su entorno, se preocupa también por su cuerpo y por su mente. Aquí el cerebro funciona de diferente manera.  En su corteza cerebral, como esta vez hablamos no de programas sino de los movimientos que componen ese programa,  el cerebro tiene representado en otra parte del mapa todos los movimientos que se puedan realizar, qué músculos los realiza y la sensación que se debe tener cuando se activan, se contraen, se relajan y se estiran. Si nosotros no aprendemos a utilizar un músculo para realizar una actividad (por ejemplo activar el suelo pélvico de manera involuntaria cuando vamos a estornudar), cuando tratemos de realizarla, el cerebro va a darse cuenta que ese músculo y/o ese movimiento, no tiene apenas representación en la corteza cerebral.  Es más, durante mucho tiempo, pensará que es otra de tus ideas inconstantes (que todas las tenemos, cada cual la suya) y que no piensa darle protagonismo al suelo pélvico en su mapa. Pero si eres constante y  realizas ejercicio  con asiduidad, el cerebro comienza a darse de cuenta….de que hay que realizar un programa! Y tachán!! Comienzas a notar los músculos, a notar que cada vez haces más fuerza cuando los contraes, que no necesitas activarlo cuando estornudas o toses (aunque a algunas se nos quede el gesto de llevarse la mano por si se te escapa el pipi), que en tus relaciones sexuales las sensaciones han aumentado y/o  son mejores,  Enhorabuena!!! Has conseguido poner a tu suelo pélvico en una buena forma física! Has conseguido tener conciencia corporal de tu suelo pélvico!

Y si nadie siente nada de esto, pues….espero que al menos el esfuerzo realizado sirva para que me aprueben el trabajo!

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