Cuando un bebé comienza la etapa de la alimentación que incluye más comidas que la leche, hay padres que se decantan por el Baby Led Weaning (BLW). Esta filosofía se basa en que el bebé se lleve a la boca los alimentos enteros, huyendo de los tradicionales purés y que además, lo haga con sus manos y sin la utilización de cuchara, lo que ayuda a ejercitar la coordinación ojo-mano-boca. En otras palabras, es un método alternativo a la cuchara y un tipo de alimentación complementaria guiada por el propio bebé.
En realidad, este modo de alimentación no es tan innovador respecto a lo que hacían nuestros antepasados, porque hace muchos años no existían las papillas ni los purés. Sin embargo, en la actualidad, mucha de alimentación complementaria, al menos los primeros meses, se basa en papillas y potitos. «El problema surge cuando algunos niños de 2 o 3 años que siguen comiendo todo batido y no adquieren suficiente autonomía, por un lado, pero, además, no desarrollan adecuadamente su sistema oral» , advierte Juan Carlos Pérez Varela, presidente de la Sociedad Española de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial (SEDO).
Tener que masticar alimentos favorece el desarrollo de los primeros dientes del bebé y un desarrollo bucodental adecuado. Primero, porque el esfuerzo que hacemos al masticar y triturar comida es más que el de alimentarse a base de purés. Segundo, porque si usamos nuestra mandíbula, estamos estimulando el crecimiento de todo el sistema masticatorio. Y finalmente, porque al darle la comida, muchas veces propiciamos que solo se mastique por el mismo lado de la boca provocando un claro perjuicio para el bebé. En condiciones idóneas, los estímulos que necesita nuestra boca para crecer tienen que ser simétricos. Los dos lados de la boca son importantes y se deben de usar los dos. Alternándolos, al igual que lo hacemos con cada pierna cuando caminamos. De este modo, comer con el lado izquierdo y derecho, ayudará al desarrollo armónico y correcto.
Además, los alimentos que consumimos en la actualidad son mucho más blandos que los de hace años y están excesivamente procesados (pan de molde, fruta triturada, yogures batidos...). Por ello, los estímulos que recibe nuestro sistema masticatorio descienden y el desarrollo de los huesos maxilares se puede resentir. Esta falta de uso de los dientes, puede ser perjudicial a posteriori.
Lo cierto es que «el exceso de alimentación blanda es una de las razones que explican el aumento de los tratamientos de ortodoncia, aunque no la única. La alimentación que se les da a los pequeños tiende a ser cada fácil de tragar y digerir, lo que implica que cada vez mastiquen menos, cada vez encuentren menos resistencia al comer, y por tanto sus maxilares se les desarrollan menos», explica el ortodoncista Juan Carlos Pérez Varela.
¿Podría decirse que el BLW puede ahorrarnos la ortodoncia posterior? La respuesta no es un rotundo sí, porque depende también de factores genéticos, pero sí que beneficia al desarrollo oral de niño. Porque la energía con que masticamos conlleva que los arcos dentarios crezcan y ayuda a que no haya problemas de espacio para que se ubiquen todos los dientes. Estudios realizados en la actualidad en aborígenes que siguen teniendo una dieta similar (por ejemplo, los yanomamis del Amazonas) reflejan la baja incidencia de apiñamientos dentarios y otras patologías.